miércoles, 8 de octubre de 2014

ROVIRA: “EL REY DEL VOLAPIÉ”

(Por: Rafael Dupouy Gómez)

El diestro argentino-peruano Raúl Acha “Rovira”. Foto: Reynoso. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

En este artículo he querido recordar al matador de toros Raúl Acha Sanz “Rovira”, poseedor de una gran personalidad. Tuve la fortuna de conocerle durante una visita a la Maestranza de Maracay (Venezuela) en el año 2000. Con sus 80 años, alto y desgarbado, demostraba una vitalidad y energía admirable. Me pareció un hombre sencillo, caballeroso, de agradable trato y espontánea simpatía. Durante su carrera taurina, se destacó por su forma contundente de ejecutar la suerte suprema, lo llamaron "El Rey del Volapié".

Rivalizó muchas tardes con Luis Miguel Dominguín. “Rovira” se caracterizó por ser un diestro controversial por la forma como ejecutaba su toreo, pero siempre despertaba una gran emoción por su valor, exposición y expresión ante la cara de sus enemigos. Salió 4 veces por la Puerta Grande de la plaza de toros Monumental de Las Ventas de Madrid los años 1947, 1948 y 1949 (2 veces). En esa plaza actuó 18 tardes y cortó un total de 12 orejas (en 3 ocasiones cortó dos orejas a un ejemplar). Participó en las temporadas de 1946 a 1949 en las Ferias de San Fermín, en Pamplona (España), gozando de un buen cartel, actuando en 7 tardes, estoqueando 14 toros, cortando 6 orejas. “Rovira” se convirtió en un auténtico ídolo de la afición taurina de Barcelona (España), compartiendo el sitial de honor que dejaron Domingo Ortega, “Carnicerito de México”, “Manolete”, Pepe Luis Vázquez y Carlos Arruza, entre otros. Fue uno de los toreros con mayor actuación en la plaza de toros de Acho, en Lima (Perú), con un total de 26 actuaciones, siendo superado en la década de los años 80 por Sebastián Palomo “Linares”. En 1944 resultó ganador del Trofeo de la Feria de Lima, antecesora de la tradicional Feria del Señor de los Milagros. En la entrada del Museo Taurino de la plaza de toros de Acho en Lima (Perú), se encuentra un magnífico busto con su figura en bronce.

Raúl Acha “Rovira”, nació en Buenos Aires (Argentina), el 3 de marzo de 1920. Su ascendencia era de origen vasco, antes de emigrar sus padres a Argentina. El 30 de abril de 1933, a los 13 años de edad, se enfrentó con un becerro en la plaza de toros de Linares. La prensa le consideraba como el más grande y precoz de los becerristas. El 19 de abril de 1942, vistió por primera vez de traje de luces en la localidad de Olavarría, Rosario, Santa Fe (Argentina). Había recibido la alternativa en Caracas (Venezuela), el 8 de octubre de 1944 y luego, otras dos alternativas; una de ellas en Medellín (Colombia) en diciembre de 1945 y la otra, el 23 de diciembre de 1945 en la plaza de toros de Yucatán (México), sin ser consideradas válidas en España. Despertó mucha curiosidad en esa época la existencia de un torero argentino aunque, posteriormente, “Rovira” se nacionalizó peruano en 1948 como agradecimiento por la hospitalidad recibida, además del profundo cariño y admiración que le profesaron en esa tierra que adoptó como suya.

Se presentó en Venezuela como novillero el año 1944. “Rovira” debutó en el Nuevo Circo de Caracas el 14 de mayo de 1944, lidiando reses criollas de Urama, junto a los venezolanos Pepe Vilma y Rafael Sulbarán. “Rovira” gustó mucho a la afición por su valor y entrega. El 23 de julio de 1944, en la plaza de toros Nuevo Circo de Caracas (Venezuela), se lidiaron novillos criollos de La Candelaria para Santiago Rojas “Serruti”, Raúl Acha “Rovira” y Juan Flores “Chico del Ruedo”. “Rovira” indultó a su segundo ejemplar, de nombre “Yrisma”, luego de realizar una gran faena. El astado criollo fue considerado como uno de los novillos más nobles y bravos lidiados en esa plaza. Continuó toreando varias novilladas en Venezuela y el 10 de septiembre de 1944, en la plaza de toros Maestranza de Maracay, participó en un mano a mano junto al venezolano Rafael Sulbarán.

El 8 de octubre de 1944, en la plaza de toros Nuevo Circo de Caracas (Venezuela), Raúl Acha “Rovira” recibió la alternativa, no válida en España, de manos del mexicano Paco Gorráez y el venezolano Julio Mendoza. La organización estuvo a cargo de Armando Best. Al parecer, el ganado resultó de procedencia desconocida. El público asistente salió enfurecido por la mansedumbre de los astados lidiados, arrojando las sillas de los palcos al ruedo y destruyendo las bombillas del alumbrado, teniendo que intervenir la policía para poner orden y tratar de calmar la situación.

“Rovira”, toreando a la verónica y a hombros de los aficionados. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

Apoteósico triunfo el día de su alternativa en Barcelona

Raúl Acha “Rovira”, recibió la alternativa, sin haber toreado ninguna novillada previa en la madre patria, el 24 de junio de 1946, en Barcelona (España), de manos de Manolo Escudero, padrino de la ceremonia, quien le cedió la muerte del toro "Mochuelo", marcado con el número 33, de la ganadería de Arturo Sánchez Sánchez, en presencia de los testigos Julián Marín y Luis Briones. “Rovira” vistió un terno rosa pálido y oro. Ante un lleno impresionante, brindó al público la muerte de “Mochuelo”, al que recibió con siete pases por alto imponentes, cinco derechazos, tres orteguinas y varios adornos, siendo muy ovacionado. Mató de una buena estocada y fue premiado con las dos orejas. Esa tarde fue muy aplaudido en los quites. Al enfrentarse a su segundo toro, de nombre “Emigrantero”, lo recibió con un lance de rodillas y tres verónicas de excelente factura. El bravo y grande ejemplar, recibió cinco puyazos y tumbó en tres ocasiones a los picadores. “Rovira”, le brindó el toro al señor Ministro de Educación, don José Ibáñez Martín, pronunciando estas palabras: “Brindo por usted, señor ministro, y por España, que es la patria de mi patria”. El diestro obtuvo por parte del público, vítores a la República Argentina y muchos aplausos. Recibió al toro con cuatro pases por alto, cuatro derechazos, tres orteguinas y desplantes temerarios. Ejecutando de forma clásica la suerte suprema, pinchó en lo alto y posteriormente colocó media estocada que acabó con la vida de su enemigo. El público asistente no dejó de solicitar las dos orejas que le fueron concedidas, saliendo a hombros de la plaza. El éxito de “Rovira” fue tan extraordinario, al cortar cuatro orejas, que la empresa lo repitió siete tardes consecutivas en esa plaza.

El 10 de julio de 1946, en la Feria de San Fermín, en Pamplona (España), “Rovira”, le cortó las dos orejas a su primer toro, siendo el triunfador de la tarde. Actuó con los diestros Pepe Luis Vázquez y Julián Marín lidiando toros de doña Carmen de Federico.

El 14 de julio de 1946 en la plaza de toros Monumental de Barcelona (España), se lidiaron ocho toros, seis de don Alipio Pérez y dos de don Ignacio Sánchez para los diestros Rafael Vega de los Reyes “Gitanillo de Triana”, Pepín Martín Vázquez, Agustín Parra Parrita y Raúl Acha “Rovira”. A su primer toro, “Rovira” le realizó una buena faena que fue premiada con una vuelta al ruedo. A su segundo enemigo, un sobrero de don Ignacio Sánchez, le ejecutó una faena fenomenal que puso al público de pie, siéndole concedidas las dos orejas, el rabo y la pata. “Rovira” salió muy emocionado.  

El 26 de julio de 1946, en la plaza de toros Monumental de Valencia (España), en la cuarta corrida de la feria de San Jaime, se lidiaron un novillo para el rejoneador don Álvaro Domecq y seis toros de Tassara, para los diestros Luis Miguel “Dominguín”, Agustín Parra “Parrita” y Raúl Acha “Rovira”. A su primero,  “Rovira” lo lanceó muy bien siendo aplaudido. Brindó a Domingo Ortega, quien fue ovacionado. Destacaron, en su faena con la muleta, los pases ayudados por alto y sus manoletinas mirando al tendido. Mató de una gran estocada y le premiaron con dos orejas y dos vueltas al ruedo, recibiendo la presidencia una bronca por no haberle otorgado el rabo. A su segundo toro, último de la tarde, le realizó otra magnífica faena culminada con una gran estocada, siéndole otorgadas las dos orejas, el rabo y una pata. Esa tarde, don Álvaro Domecq cortó una oreja, Luis Miguel “Dominguín”, cortó dos orejas y rabo a su primer toro y “Parrita” cortó una oreja. “Rovira y “Dominguín” fueron sacados a hombros de la plaza entre aclamaciones. Las dos únicas presentaciones de Raúl Acha “Rovira” en la feria de Málaga de 1946, constituyeron los dos mayores triunfos conquistados esa temporada en la región andaluza. “Rovira”, se había presentado por primera vez junto al “Ciclón Mexicano” Carlos Arruza. Continuaron sus triunfos en La Coruña, Manzanares, Ciudad Real, Palencia y San Sebastián. 

El 17 de agosto de 1946, en la segunda corrida de la feria de Gijón, se lidiaron seis toros del conde de la Corte, para los diestros Pepe Luis Vázquez, Pepín Martín Vázquez y “Rovira”. El diestro argentino dio una vuelta al ruedo en su primero, y cortó las dos orejas y el rabo de su segundo, saliendo a hombros de la plaza. Pepín Martín Vázquez cortó dos orejas, en su segundo y Pepe Luis Vázquez fue muy ovacionado en su primero, dando una vuelta al ruedo, en su segundo. La corrida terminó bajo un torrencial aguacero. Posteriormente, “Rovira” se presentó exitosamente, en Bilbao y San Sebastián.

El 25 de septiembre de 1946, en la segunda y última corrida de la Feria de La Merced, en la plaza de toros Monumental de Barcelona (España), se lidió un toro de Arturo Sánchez Cobaleda, para el rejoneador don Álvaro Domecq y seis de doña Carmen de Federico (Murube), para los diestros Juanito Belmonte Campoy, Carlos Arruza y Raúl Acha “Rovira”. A su primer enemigo, “Rovira” le realizó una buena faena recibiendo sonoras ovaciones. A su segundo, que fue sustituido por un toro de Garrido, le instrumentó con el capote dos faroles de rodillas y con la muleta destacaron sus pases en redondo y mirando al tendido. Pinchó y colocó una gran estocada, siendo premiado con una oreja. El rejoneador don Álvaro Domecq y Arruza cortaron cada uno una oreja.

El 10 de octubre de 1946, “Rovira” confirmó su alternativa en la corrida a beneficio del Montepío de la Policía en la plaza de toros Monumental de Las Ventas de Madrid, actuando con los diestros Rafael Vega de los Reyes “Gitanillo de Triana” y Agustín Parra “Parrita”. Se lidiaron reses de la ganadería de don Joaquín Buendía. El toro de su confirmación se llamó “Barbas Agrias”, marcado con el número 34, al que “Rovira” le realizó una buena faena siendo bastante ovacionado. “Gitanillo de Triana”, le cortó las dos orejas a su segundo toro y “Parrita” dio una vuelta al ruedo con petición de oreja.

El 16 de mayo de 1947, en la plaza de toros Monumental de Las Ventas de Madrid, se presentaron los diestros Pepín Martín Vázquez, el valenciano Jaime Marco “El Choni” y Raúl Acha “Rovira”. Con gran expectación se esperaba la presentación de “Rovira” en esa plaza y no quedó defraudada. Las faenas de “Rovira” pusieron a la plaza “boca abajo”. Destacaron sus lances con el capote a la espalda y con la muleta ejecutando sus características series de naturales y muletazos mirando al tendido. Su primer toro, se lo brindó al Embajador de la República de Argentina en España, tuvo fuerte petición de oreja, dando una vuelta al ruedo, con salida a los medios. Su segundo toro, último de la tarde, se lo brindó al escritor y crítico taurino don Gregorio Corrochano. “Rovira” lo toreó muy bien por bajo y lo mató de dos estocadas, siendo premiado con una gran ovación.

El 18 de mayo de 1947, en la plaza de toros Monumental de Barcelona (España), se celebró una corrida en honor a Su Excelencia el Jefe de Estado, el Generalísimo Francisco Franco. Se lidiaron un novillo del duque de Pinohermoso y reses de Andrea Escudero Calvo, procedentes de Albaserrada. Actuaron el rejoneador duque de Pinohermoso, Manuel Álvarez “El Andaluz”, Luis Mata, y Raúl Acha “Rovira”. El diestro “Rovira” brindó su primer astado al Generalísimo y su segundo a Carmencita Franco. Fue aplaudido en su primero y dio una vuelta al ruedo en su segundo. El triunfador fue “El Andaluz” que cortó una oreja a cada enemigo esa tarde.

El 12 de junio de 1947, en la plaza de toros Monumental de Las Ventas de Madrid, en corrida homenaje a María Eva Duarte de Perón, la plaza totalmente engalanada y con la presencia del Su Excelencia, el Jefe de Estado español, el Generalísimo Francisco Franco, se lidiaron un novillo de don Manuel Arranz, para el rejoneador Pepe Anastasio; y seis toros de Tassara, para los diestros “Gitanillo de Triana”, Pepe Luis Vázquez y Raúl Acha “Rovira”. El triunfador de la tarde fue “Rovira”, no por sentimentalismo. Para él fue la primera ovación fuerte de la tarde, al realizar un quite con el capote de frente por detrás, echándose el capote con mucha elegancia. Realizó unos buenos muletazos ayudados por bajo, dos series de buenos naturales, matando al toro de estocada y descabello, recibiendo en premio a su actuación, una oreja, dando la vuelta al ruedo. Al sexto y último toro de la corrida, “Rovira” confirmó su triunfo, al realizar una faena valiente y variada, siendo muy ovacionado. El rejoneador y los tres diestros habían brindado sus toros a Evita Perón y fueron invitados al Palco de Honor para recibir obsequios de la ilustre invitada. Se escucharon vítores a España y Argentina toda la tarde. 
  
El 22 de junio de 1947, en la plaza de toros Monumental de Las Ventas de Madrid, se lidiaron toros del conde de Ruiseñada, para los diestros Pepe Luis Vázquez, Jaime Marco “El Choni” y Raúl Acha “Rovira”. El diestro argentino “Rovira” tuvo una tarde triunfal. Con la muleta recetó pases naturales, ayudados por alto, adornos y cruzándose con el toro realizó varias tandas ceñidas de pases circulares, ante un público delirante de emoción. Mató a su primer toro de una gran estocada y le fueron otorgadas las dos orejas, dando dos vueltas al ruedo. A su segundo toro, que le brindó al conde de Colombí, también le hizo otra destacada faena pero pinchó y por culpa de la espada perdió una merecida oreja, siendo muy ovacionado. Fue sacado a hombros por la Puerta Grande de la plaza, ante una gran multitud de personas que lo vitoreaban. Destacó esa tarde, su subalterno, el ex-matador de toros Pepe Amorós.

En los primeros días del mes de octubre de 1947, fue recibido en la ciudad de Buenos Aires (Argentina) por la primera dama doña María Eva Duarte de Perón. “Rovira” solicitó apoyo para celebrar corridas de toros en Argentina, aunque sin banderillear ni darles muerte a los toros. La popular Evita, esposa del Presidente Perón, prometió ayudarlo en su solicitud siempre y cuando las leyes se lo permitieran. Había expresado “Rovira”: “No quiero nada para mí. Sólo deseo traer para mi patria el esplendor de una fiesta que aprendí en mi tierra y que perfeccioné en la Madre Patria”.

El 14 de marzo de 1948, se inauguró la nueva plaza de toros de Lima (Perú), conocida como la Monumental de Chacra Ríos (nombre original del hoy llamado Coliseo “Amauta”), con capacidad para 18.500 espectadores. Participaron en la corrida inaugural: la rejoneadora Conchita Cintrón, Antonio Velázquez, Raúl Acha “Rovira” y Paquito Muñoz. Se lidiaron astados de la ganadería de “La Viña”. Conchita Cintrón, cortó dos orejas. Velázquez demostró su valor temerario, dando una vuelta al ruedo. “Rovira” y Muñoz torearon muy bien a sus primeros toros, siendo fuertemente ovacionados.  

“Rovira” ejecutando una manoletina y un ajustado pase ayudado por alto. Fotos: Gonsanhi y Valls. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

El 12 de mayo de 1948, en la plaza de toros Monumental de Las Ventas de Madrid, se lidiaron reses de don Alipio Pérez Tabernero para los diestros Antonio Bienvenida, Raúl Acha “Rovira” y Paquito Muñoz. La tarde fue triunfal para los matadores. “Rovira” cortó la primera oreja de la tarde, realizando una faena muy valiente, llegando hasta la temeridad, poniendo al público de pie. Mató de pinchazo y estocada. A su segundo toro, le realizó otra buena faena, siendo premiada con una oreja. “Bienvenida” cortó una oreja, al cuarto toro de la tarde. Paquito Muñoz fue el máximo triunfador de la tarde, al cortar tres orejas. Los tres diestros salieron por la Puerta Grande a hombros de la plaza.

Volvió “Rovira” a triunfar en la plaza de toros Monumental de Las Ventas de Madrid, el día 23 de mayo de 1948, al cortar una oreja a su primer toro, de la ganadería de Galache. Alternó esa tarde con Antonio Bienvenida y Agustín Parra “Parrita”. Estos triunfos le valieron su inclusión en la corrida de Beneficencia, celebrada en esa plaza, el día 17 de junio de 1948. Asistió el Jefe de Estado español, Generalísimo Francisco Franco, su esposa e hija. Se presentaron el rejoneador duque de Pinohermoso y los espadas Antonio Bienvenida, Agustín Parra “Parrita y Raúl Acha “Rovira”, lidiándose un novillo del duque de Pinohermoso para el rejoneador y seis toros de don Arturo Sánchez Cobaleda. “Rovira” estuvo muy valiente y decidido, pero le tocó el peor lote de la corrida y consiguió dar una vuelta al ruedo en su primero y recibió una gran ovación en su segundo, llorando de pundonor y coraje al no poder haber cortado alguna oreja esa tarde. Antonio Bienvenida y “Parrita” cortaron cada uno, una oreja a su segundo toro.

El 24 de junio de 1948, en la plaza de toros de Alicante, con un lleno, se celebró la tradicional corrida de las Hogueras de San Juan, se lidiaron toros del conde de la Corte para los toreros Agustín Parra “Parrita”, Raúl Acha “Rovira” y Antonio Caro. Los diestros “Parrita” y “Rovira” cortaron dos orejas y rabo a sus segundos enemigos.

El 10 de julio de 1948, en la Feria de San Fermín, en Pamplona (España), se lidiaron toros del marqués de Villamarta, para Manuel Álvarez “El Andaluz”, Antonio Bienvenida y Raúl Acha “Rovira”. “El Andaluz” y “Bienvenida” cortaron cada uno, una oreja a su segundo toro. “Rovira” fue el triunfador de la tarde, cortando dos orejas, una a cada ejemplar que enfrentó. Al día siguiente, en la misma plaza, se lidiaron toros de Juliana Calvo (antes Albaserrada) para los diestros Julián Marín, Raúl Acha “Rovira” y Antonio Caro. “Rovira” fue el triunfador de la tarde, al cortarle una oreja a su primer toro.

El 28 de noviembre de 1948, “Rovira” se presentó en el Nuevo Circo de Caracas (Venezuela), en la primera actuación del venezolano Luis Sánchez Olivares “Diamante Negro” como matador de toros. Se lidiaron toros colombianos de “Vistahermosa”. La corrida se realizó a las dos de la tarde, porque cuatro días antes, ocurrió un golpe de estado en el país que derrocó a Rómulo Gallegos; sin embargo, el público asistió, el lleno fue total y los diestros cumplieron.

El 29 de mayo de 1949, en la plaza de toros Monumental de Las Ventas de Madrid, se lidiaron seis toros de don Atanasio Fernández para los diestros Pepe “Dominguín”, Raúl Acha “Rovira” y “Paquito” Muñoz. “Rovira” dio una vuelta al ruedo en su primero; y cortó las dos orejas a su segundo astado. Fue el triunfador de la tarde, saliendo a hombros de la plaza.

El 3 de julio de 1949, en la plaza de toros Monumental de Las Ventas de Madrid, se encerró en solitario. Se lidiaron seis toros del Marqués de Albayda y uno de Manuel García Aleas para el rejoneador Pepe Anastasio. “Rovira” fue ovacionado en su primero; cortó una oreja, en su segundo; cortó dos orejas, a su tercero; dio una vuelta al ruedo, en el cuarto; fue ovacionado, en el quinto y cortó una oreja al sexto toro que enfrentó, saliendo a hombros de la plaza.

El 6 de noviembre de 1949, en la plaza de toros Monumental de Chacra Ríos, en Lima (Perú), durante la Feria del Señor de los Milagros, el diestro argentino-peruano “Rovira”, le pegó una bofetada a Luis Miguel “Dominguín” en plena corrida. Se lidiaron cinco toros de Salvador Guardiola y uno de Clairac. Actuó esa tarde Pepe Luis Vázquez, quien estuvo fenomenal toda la tarde y cortó las dos orejas de su último toro, de Clairac. Luis Miguel había cortado una oreja a su primer toro, estando bien en su segundo. “Rovira” estuvo mal ante su primero y a su segundo enemigo, lo recibió con dos faroles de rodillas pero al intentar el tercero, Luis Miguel, al verlo en serios aprietos, le hizo un quite. “Rovira” consideró que “Dominguín” lo hizo para quitarle protagonismo y se fue a las manos contra Luis Miguel. Pepe Luis Vázquez salió a hombros.

El 1 de enero de 1950, Raúl Acha “Rovira” confirmó su alternativa en la plaza de toros Monumental de México. Actuó en compañía Luis Castro “El Soldado” y Jorge Medina, ante reses de San Mateo. “Rovira” le cortó una oreja al toro de su confirmación, de nombre “Diamante”.

El 5 de febrero de 1950, en la plaza de toros Monumental de México, se presentaron los diestros Alfonso Ramírez “El Calesero”, Antonio Velázquez y Raúl Acha “Rovira”, lidiando toros de Coaxamalucan. “Rovira” cortó una oreja al toro “Farolito”, sexto de la tarde, al que despachó de una buena estocada. Antonio Velázquez cortó tres orejas. El 26 de febrero de 1950, en la misma plaza, se lidiaron siete toros de la ganadería de Piedras Negras para el rejoneador Juan Cañedo y los diestros Fermín Rivera, Luis Procuna y Raúl Acha “Rovira”. El triunfador de la tarde fue “Rovira” que cortó una oreja al cuarto toro de la tarde, de nombre “Rompe Plumas”.

El 13 de abril de 1952, en la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, en la corrida inaugural de la temporada, “Rovira” fue el padrino de alternativa del algabeño Jaime Malaver, quien recibió un cornalón en la axila derecha del toro de su alternativa, de nombre “Barbero”, marcado con el número 11, de la ganadería de doña María Luisa Domínguez. “Rovira” acompañó al toricantano hasta la enfermería. El testigo de la ceremonia fue el torero de la Isla de San Fernando, Rafael Ortega. En su último toro, “Rovira” fue premiado con una vuelta al ruedo. Se mostró toda la tarde muy valiente, con el capote y con la muleta, corriendo la mano al torear por naturales, ayudados por alto, permaneciendo muy estático y muy dominador. “Rovira” fue despedido entre ovaciones. Toreó tres corridas en esa misma plaza, en el año 1952, sin cortar orejas.

El 15 de marzo de 1964, “Rovira” se retiró de los ruedos en la plaza de toros de Acho (Perú) compartiendo cartel con el mexicano Alfredo Leal y el español Joaquín Bernadó. “Rovira” le cortó las dos orejas a su primer toro de la ganadería de “La Pauca” y regaló un sobrero de “Las Salinas”, saliendo a hombros del coso luego de que sus hijos, en emotivo acto, le cortaran simbólicamente la coleta en el centro del ruedo.

El 9 de agosto de 1964, en la plaza de toros Nuevo Circo de Caracas (Venezuela) se llevó a cabo un Festival Taurino a beneficio de los ídolos venezolanos Julio Mendoza Palma y Eleazar Sananes “Rubito”. Se lidiaron reses de “Guayabita”. Participaron los diestros Luis Fuentes Bejarano, Luis Castro “El Soldado”, Fermín Rivera, Raúl Acha “Rovira”, y los venezolanos Alfredo Sánchez y Sergio Díaz. Fue un bonito festival para una noble causa. Por cierto, que con mucho cariño conservo montado el cartel de tela dedicado a mi abuelo Florencio Gómez Núñez por todos los diestros que participaron esa tarde.

“Rovira” luego de su retirada en 1964, decidió regresar al toreo activo, el 7 de noviembre de 1965, en la plaza de toros de Acho, en Lima (Perú). Se celebró la quinta corrida de la Feria del Señor de los Milagros, lidiando toros de “Las Salinas” los diestros Raúl Acha “Rovira”, Santiago Martín “El Viti” y Manuel Benítez “El Cordobés”. “Rovira” cortó una oreja a su primer toro y fue muy aplaudido, en su segundo. “El Viti” cortó una oreja y “El Cordobés” cortó una oreja a cada toro que le correspondió en suerte.

“Rovira” toreó en el viejo continente, un total de: 42 corridas (1946), 46 corridas (1947), 37 corridas (1948), 21 corridas (1949), 11 corridas (1952), 8 corridas (1962) y 3 corridas (1963).
El maestro Raúl Acha “Rovira” con Rafael Dupouy Gómez, autor del artículo, en la Maestranza de Maracay, Venezuela. Año 2000. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

En 1966, se retiró definitivamente de los ruedos y comenzó a apoderar toreros, destacando entre ellos, el mexicano Antonio Lomelín. Igualmente, se hizo empresario taurino. Raúl Acha “Rovira” contrajo matrimonio en tres ocasiones. La primera de ellas en Perú, tuvo cuatro hijos: Isabel, Pilar, Esmeralda y Raúl. De su segunda unión con la cantante gaditana Conchita Martínez, nacieron tres hijos: Raúl, Marioli y el famoso cantante mexicano “Emmanuel”. Por cierto, durante sus inicios como novillero, “Emmanuel” vivió en el barrio de Los Remedios en Madrid entre los años 1973 y 1974. Cuando decidió tomar la alternativa, un novillo le propinó un percance que le afectó las rodillas. Lo operaron en varias ocasiones sin éxito y ante la adversidad, decidió abandonar definitivamente su carrera taurina para dedicarse a su otra gran pasión, la música, convirtiéndose en un auténtico ídolo internacional de la canción. Su hijo, el mexicano Alexander Acha, nieto de “Rovira”, ha seguido sus pasos como cantante. Con su tercera esposa, Josefina Dupont, “Rovira” tuvo dos hijos: Erik y Dick.

Don Raúl Acha “Rovira”, falleció el 3 de junio de 2007, en la ciudad de Cuernavaca, Estado de Morelos (México), a los 87 años de edad, víctima de un paro cardíaco. Su cuerpo fue cremado, según su voluntad, y sus cenizas reposan en la iglesia de San Ignacio de Loyola, en la ciudad de México.

Mi afectuoso recuerdo a la memoria del inolvidable maestro argentino-peruano Raúl Acha “Rovira”, quien dejó para el recuerdo, su gran personalidad, temperamento y el certero volapié con el que conquistó tantos triunfos como matador de toros.
Rafael Dupouy Gómez

“PAQUIRRI”: 30 ANIVERSARIO DE SU PASO A LA INMORTALIDAD

(Por: Rafael Dupouy Gómez)
El valeroso diestro Francisco Rivera “Paquirri” entregó su vida, luego de la terrible cornada que le produjo el toro “Avispado” de la ganadería de Sayalero y Bandrés, el 26 de septiembre de 1984, en Pozoblanco.
Se cumplen 30 años, de aquel fatídico día miércoles, 26 de septiembre de 1984, cuando quedaron grabadas para siempre en nuestras retinas, aquellas dramáticas imágenes de la gravísima cornada que le costó la vida al gran matador de toros Francisco Rivera “Paquirri”.
Admirable y torera fue la manera como afrontó sus últimos momentos de vida en aquella enfermería sin recursos. Cuánta hombría, serenidad y valentía ante el fatal desenlace que se le avecinaba. Por primera vez, las cámaras de televisión mostraron al mundo la tragedia ocurrida en una plaza de toros con su realismo, crudeza y verdad, demostrando que los toreros salen a jugarse la vida cada tarde en ese escenario en donde se muere de veras.
“Paquirri” se destacó por ser un diestro de raza con unas facultades asombrosas. Era un torero muy disciplinado que se entrenaba como un verdadero atleta. Durante la lidia, se compenetraba tanto con el toro que parecía establecer un diálogo directo con él en el ruedo. Eran características sus temerarias largas cambiadas de rodillas con el capote para recibir a sus enemigos. Su toreo de capa se distinguió por su variedad y quietud. Incluía vistosos y ajustados quites por chicuelinas y gaoneras. También solía llevar al toro al caballo con un magnífico galleo que gustaba mucho al público por su hermosa y vistosa ejecución. Realizaba con habilidad y perfección todos los tercios de la lidia. Especialmente en banderillas era alegre, variado y espectacular. Sus pares al quiebro en los medios eran de una gran exposición. Con la muleta demostraba un dominio y una técnica asombrosa. Ligando derechazos, naturales corriendo la mano y mirando al tendido, pases en redondo, de pecho, molinetes, trincherazos que demostraban su tremendo poderío ante la cara de sus enemigos. Se entregaba ejecutando la suerte suprema, logrando eficientes y certeras estocadas. No se dejaba ganar la pelea por nadie en el ruedo.
Su valor y pundonor eran extremos. Sentía realmente el toreo en sus venas. En algunas entrevistas confesaba que cuando él toreaba, lógicamente, no establecía ningún diálogo de palabra con el toro, pero en varias ocasiones, el toro le decía con sus gestos y reflejos el tipo de lidia que requería y debía hacerle. Se llegaba a compenetrar tanto con el toro, que luego de realizar una gran faena, sentía lástima de tener que matarlo. Sobre las cornadas, decía que las peores las daban los seres humanos.
“Paquirri” sufrió aproximadamente unas 26 cornadas. Todas las tardes que se vestía de luces, se entregaba por completo en el ruedo, exponiendo su figura al máximo, sin pensar el peligro que corría de recibir un grave percance como el que le ocurrió, el 21 de abril de 1978 en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Ejecutando un arriesgado par de banderillas en los medios, un astado de la ganadería de José Luis Osborne, le empitonó de mala manera partiéndole los muslos. Perdió mucha sangre y le quedaron secuelas físicas como consecuencia de esas heridas.
A Francisco Rivera “Paquirri”, le conocí personalmente cuando acompañé a mi abuelo Florencio Gómez Núñez, a mi madre Rosa Elena y mis hermanos Juan Florencio y Miguel Antonio para presenciar la corrida del 50° Aniversario de la Maestranza de Maracay en 1983. Ese día se organizaron actos y homenajes especiales para conmemorar tan importante fecha histórica. Componían el cartel, Francisco Rivera “Paquirri”, José Nelo “Morenito de Maracay” y Tomás Campuzano. Las reses lidiadas fueron venezolanas en un concurso de ganaderías. A “Paquirri” le tocó el peor lote y no pudo sacar provecho a los toros que le correspondieron en suerte. Brindó la muerte de su primero a don Pepe Amorós quien vino, especialmente, desde España como invitado de honor ya que había actuado en la segunda corrida de la inauguración de la Maestranza de Maracay en 1933.
“Morenito de Maracay” fue el triunfador, cortando dos orejas. Tomás Campuzano derrochó valor y clase, brindándole a mi abuelo Florencio Gómez Núñez su faena. Campuzano estuvo muy voluntarioso y recibió una merecida oreja. Los ganaderos nacionales rindieron un bello homenaje en la Maestranza, enviando astados de las mejores divisas del país.
Al finalizar la corrida, el matador de toros retirado don Pepe Amorós, nos manifestó que fuéramos a saludar a “Paquirri”, que se alojaba en el hotel Maracay. Aceptamos de inmediato su invitación y nos dirigimos todos en nuestro coche. Al llegar al hotel, don Pepe Amorós nos sugirió que no llamáramos por teléfono a “Paquirri”, sino que subiéramos directamente con él hasta su habitación. Don Pepe Amorós, tocó la puerta del cuarto y le atendió el mozo de espadas de “Paquirri”. Don Pepe le dijo: “Aquí me acompaña mi gran amigo don Florencio Gómez junto con sus nietos, que vienen a conocer y a saludar a “Paquirri”, ¿se podrá ver al matador?”. El mozo de espadas le dijo: “En este momento no se puede don Pepe, porque se está bañando, pero él me mandó a decirles que, por favor, lo esperen abajo en la cafetería, que tan pronto pueda, él baja a saludarlos”.
Bajamos a esperarlo en la cafetería del hotel y, al poco tiempo, apareció el maestro Francisco Rivera “Paquirri” con el pelo engominado y la mirada profundamente azul, acompañado por su apoderado Juan Carlos Beca Belmonte quien señalando a mi abuelo Florencio, le preguntó a “Paquirri”: ¿Conoces a este personaje?, a lo que “Paquirri” contestó: “Cómo no lo voy a conocer, si fue el que hizo la Maestranza de Maracay”. Nos llamó la atención el gran cordón de oro del Cristo de las Tres Caídas, que colgaba en su pecho. Era impresionante por su belleza.
Conversamos con “Paquirri” de toros, del lote que le correspondió esa tarde que presentó mucha dificultad para la lidia. Mi abuelo Florencio habló sobre la gran amistad que tuvo con Juan Belmonte, ya que Juan Carlos Beca Belmonte, el apoderado de “Paquirri”, era nieto del “Pasmo de Triana”. “Paquirri”, se mostró serio y atento escuchando lo que les relataba mi abuelo, mientras nos firmaba un autógrafo.

Autógrafo de Francisco Rivera “Paquirri” a los Hnos. Dupouy Gómez. Maracay, Venezuela, 1983. (Archivo: Hnos Dupouy Gómez). 
Después de despedirse de nosotros, se retiró hacia donde se encontraba Isabel Pantoja, su novia en ese momento, y agarrados de la mano, muy enamorados, se fueron caminando por los pasillos del Lobby del hotel Maracay.
Plasmado quedó su autógrafo como recuerdo imborrable de nuestro agradable encuentro con “Paquirri”. Siendo uno de los toreros activos con más veteranía y seguridad, nos sorprendió y conmovió lo que le ocurrió en Pozoblanco el año siguiente.
En vísperas de finalizar la temporada, “Paquirri” se encontraba fuera de forma. Había ganado bastante peso y su padre le aconsejó que pensara en la retirada definitiva. Pero el diestro todavía se sentía muy seguro y a gusto toreando, disfrutando lo que más amaba. Sin embargo, pensó en despedirse del toreo en su finca “Cantora”, invitando a sus familiares y amigos íntimos, pero se anticipó la tragedia de Pozoblanco y no pudo cumplir el deseo de cortarse la coleta en su querida y hermosa finca.
La tarde trágica de “Paquirri” en Pozoblanco
Llegó aquella tarde fatídica en la plaza de toros de Pozoblanco, durante las ferias y fiestas de Nuestra Señora de las Mercedes, celebrada del 23 al 29 de septiembre de 1984. Correspondió al veterano matador Francisco Rivera “Paquirri” participar en la corrida celebrada, el 26 de septiembre de 1984, en compañía de los jóvenes diestros José Cubero “El Yiyo” y Vicente Ruiz “El Soro”. Se lidiaron seis bravos toros de la ganadería de Sayalero y Bandrés, de Algeciras.
“Paquirri” y su cuadrilla se hospedaron en el hotel “Los Godos”. La habitación reservada para descansar y vestirse de luces por última vez, fue la número 307. Era un cuarto pequeño y sencillo. Comió una tortilla, algunas frutas y bebió agua mineral. Le esperaba aquel traje azul cobalto y oro que su querido tío Ramón Alvarado, su mozo de espadas, le ayudaría a enfundarse.
“Paquirri”, para matar el tiempo y la ansiedad, había jugado una partida de cartas con su hermano y compañeros de cuadrilla. Unas 1.000 pesetas les había ganado a cada uno y se sentía contentísimo. Durante el trayecto a la plaza, se burlaba de ellos que se quedaron limpios en el juego. Se iba riendo a cada rato, recordándolo. Estaba muy animado, motivado y dispuesto esa tarde. 
La plaza de toros de Pozoblanco, le esperaba con un lleno hasta la bandera. Salió su primer enemigo por los toriles, recibiéndolo muy bien con el capote. Invitó a “El Soro” para que compartiera con él las banderillas. Como dato curioso, brindó la muerte de su último toro al entonces joven becerrista Manuel Díaz “Manolo”, quien después se apodaría “El Cordobés” gozando de gran fama y cartel.
El toro demostró poca fuerza, pero “Paquirri” lo lidió con excelente técnica sacándole partido en todo momento. Escuchó música y el público apreció su apasionada entrega, ligando tandas de derechazos, toreando en redondo, naturales de gran calidad, en ocasiones mirando al tendido y pases de pecho portentosos. Su variada faena la culminó logrando una buena estocada, siendo premiado, el valentísimo y seguro diestro, con una oreja que pasearía dando la vuelta al ruedo entre ovaciones.
Nadie presintió lo que se avecinó. Se abrió la puerta de toriles y salió el cuarto toro para “Paquirri”. Su nombre “Avispado”, negro, marcado con el número 9. Era muy astifino y había rematado, varias veces, con bastante saña y violencia en el burladero.
“Paquirri” lo lanceó con el capote con seguridad y excesiva confianza mirando al tendido. Cuando lo intentaba llevar al caballo, el toro se le hizo un extraño, se le venció y lo empitonó con gran violencia y fuerza en el muslo derecho. El diestro duró una eternidad en la cara del toro, tratando de librarse de los pitones asesinos de “Avipado”. Estaba en volandas y no podía apoyar los pies, mientras que el toro hundía hasta la mazorca el pitón destrozando el muslo del pobre “Paquirri”. Llevaba en su humanidad una cornada de caballo, gravísima e impresionante.   
El traslado a la enfermería fue angustioso. El callejón era sumamente estrecho. Los que le conducían equivocaron el trayecto a la enfermería resultando el más largo para el torero quien perdía gran cantidad de sangre. Tardaron mucho tiempo en llegar a la enfermería. La puerta de la misma se encontraba cerrada y tuvieron que romper los vidrios de la puerta para abrirla. El destino de “Paquirri” en esa precaria enfermería era el menos esperanzador. No había nada para socorrerle y brindarle la asistencia necesaria. La gravedad de la cornada, el estado del torero y la caótica situación de la enfermería hacían imposible que pudieran salvarle la vida. Se perdió mucho tiempo. Desesperación e impotencia era lo que se vivía, mientras atendían a “Paquirri”.
Todos estaban muy nerviosos. Las imágenes dentro de la enfermería fueron dramáticas. Empezaban a cortar con una tijera la taleguilla del traje de luces de “Paquirri” y el destrozo del muslo era evidente. Un boquete enorme con incontenida hemorragia. Se desangraba el veterano diestro. La camilla estaba llena de su sangre torera. Sus compañeros le gritaban: ¡Tranquilo Paco!
Francisco Rivera “Paquirri”, lucía un rostro pálido pero demostró en esos difíciles momentos una serenidad pasmosa. Qué torero tan valiente, presentía su triste final, pero calmaba a los que lo rodeaban y hasta le daba órdenes al doctor indicándole lo que tenía que hacer, expresando: “Doctor, yo quiero hablar con usted, por favor, la cornada es fuerte y tiene al menos dos trayectorias una para acá y otra para allá. Abra todo lo que tenga que abrir, que lo demás está en sus manos”.
“Que me enjuaguen la boca con agua”. Se enjuagó la boca y escupió con bastante fuerza el agua, mientras ordenaba mantener la calma. El pitón había seccionado la arteria femoral y la vena safena del tercio superior del muslo derecho. Los médicos mostraban su impotencia, pero lograron ligar las arterias que tenía rotas, logrando detener un poco la hemorragia. Requería ser asistido, inmediatamente, en un centro de cirugía vascular especializada.
Se tomó, finalmente, la decisión de enviarlo en una ambulancia que partió a las 8:10 de la noche al Hospital Reina Sofía de la ciudad de Córdoba al Servicio de Cirugía Vascular. La ambulancia se dirigía a gran velocidad con el cuerpo de “Paquirri”, un reanimador anestesista y el Dr. Ruiz González. Durante el trayecto al mozo de estoques de “Paquirri”, se le escapó la expresión: “¡Que se nos muere!”. Hubo una parada de segundos para reanimarle y cuando se dieron cuenta que seguía respirando, retomaron el camino. Al Hospital Reina Sofía era imposible llegar y cambiaron el rumbo al Hospital Militar de Córdoba, porque el grave estado del torero no permitía perder más tiempo. Como a las 9:05 de la noche, llegaron al Hospital Militar. “Paquirri” estaba prácticamente muerto. Le realizaron tratamiento de reanimación, pero no resultó y el valeroso diestro falleció.
La noticia de su muerte impactó al mundo entero. Su funeral fue multitudinario, siendo su cuerpo paseado a hombros en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla en compañía de su viuda, la famosa cantante, Isabel Pantoja, Juan Carlos Beca Belmonte, familiares, amigos e importantes figuras del toreo que se hicieron presentes.
Rafael Dupouy Gómez, autor del artículo, ante la tumba de Francisco Rivera “Paquirri” en el Cementerio de San Fernando en Sevilla. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
La cornada mortal de “Paquirri”, impidió que la afición taurina venezolana lo pudiera ver torear en la plaza de toros Nuevo Circo de Caracas (Venezuela) en donde estaba contratado.
Sus restos reposan en el Cementerio de San Fernando en Sevilla, muy cerca de grandes figuras del toreo como: “Joselito”, Ignacio Sánchez Mejías y Rafael Gómez “El Gallo”.
Sus hijos, Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez, de su primer matrimonio con Carmen Ordóñez, se convirtieron en destacadas figuras del toreo, llevando con gran responsabilidad, dignidad e hidalguía el recuerdo de su difunto padre.
Francisco Rivera “Paquirri”, demostró ser un torero en toda la extensión de la palabra. Su pundonor, coraje y amor propio quedó demostrado en los ruedos del mundo. Todo lo que había conseguido en la vida se lo debía al toro. Pagó con su sangre su amor por la profesión, brindándonos una lección de vida, valor y torería difícil de superar.
Que Dios lo tenga en su gloria.

Rafael Dupouy Gómez

sábado, 4 de octubre de 2014

EL PAPA NEGRO: 50 ANIVERSARIO DE SU FALLECIMIENTO

(Por: Rafael Dupouy Gómez)



Don Manuel Mejías Bienvenida, el “Papa Negro” en 1916. Foto: Walken.
(Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

El 4 de octubre de 2014, se cumplen 50 años de la triste desaparición física del inolvidable don Manuel Mejías Rapela, el “Papa Negro”, padre de la más famosa dinastía torera de España, integrada por sus hijos: Manolo, Pepe, Rafael, Antonio, Ángel Luis y Juanito Bienvenida.

Don Manuel Mejías Rapela, el “Papa Negro”, era hijo del fundador de la dinastía, Manuel Mejías Luján, Bienvenida I, un banderillero que fue muy bien considerado en su tiempo y que tomó por apodo el nombre del pueblo donde nació “Bienvenida”, en la provincia de Badajoz. Fue su padre un eficaz lidiador, buen banderillero y peón de confianza de matadores de categoría como: Bocanegra, Chicorro, El Gordito, Hermosilla, Mazzantini y el mexicano Ponciano Díaz.

La madre del “Papa Negro”, era doña Teresa Rapela y su hermano mayor José Mejías Rapela, Bienvenida II, fue novillero, banderillero, matador de toros y gran conocedor de la fiesta. Descubrió, en el matadero de Sevilla, el talento de Pepe Luis Vázquez y de su sobrino Antonio Bienvenida. Manuel Mejías Rapela, Bienvenida III, el “Papa Negro”, nació en el pueblo “Bienvenida” (Badajoz), el 12 de febrero de 1884, adoptando, al igual que su padre y su hermano, el apodo “Bienvenida” por el cual se dio a conocer su familia taurina. El 10 de noviembre de 1896, se presentó en Huelva, en una becerrada, con su hermano José “Bienvenida”. Tuvieron una gran actuación y los repitieron, el domingo siguiente en la misma plaza. El célebre matador de toros, Antonio Carmona “El Gordito”, le obsequió a Manuel Mejías “Bienvenida”, el último estoque que utilizó en su profesión, según reseñó el diario “El Imparcial” de Madrid, el 10 de diciembre de 1898. El 25 de diciembre de ese mismo año, se presentó Manuel Mejías Rapela “Bienvenida Chico” en la plaza de toros de Madrid, para estoquear dos becerros de una ganadería de Colmenar, señalando el anuncio del día anterior: “Pondrá banderillas en silla, siendo acompañado por su padre en el redondel, vestido de paisano”. Actuó junto a Ramón Navarro “El Moro” y Valentín Conde.

En 1902, se presentó como novillero en Madrid, sorprendiendo por su arte, valor y dominio en todas las suertes. El 14 de enero de 1905, se publicó una entrevista en la revista “La Fiesta Nacional” en donde el “Papa Negro” expresó que los toros de su preferencia habían sido los de la ganadería de Urcola. El público que estimaba más era el de Madrid y Sevilla. Su suerte favorita y lo que disfrutaba más era torear con la muleta. Se dedicó al toreo por la gran afición que tuvo desde niño, siendo su mayor aspiración llegar a ser el primero. La primera vez que vistió el traje de luces le causó la alegría más grande que había experimentado en toda su vida, en la plaza de Jerez de la Frontera en el año 1897; en dicha plaza mató dos becerros, alternando con Crispín. En su vida torera lo que más le impresionó fue la primera vez que pisó el ruedo madrileño. No pensaba abandonar el toreo sino cuando sus facultades le impidieran hacerlo. De no ser torero, le hubiera gustado ser mozo de plaza.

El 8 de octubre de 1905, en la plaza de toros Arenas de Barcelona (España), se lidiaron ocho toros de Aleas, siendo Manuel Mejías Rapela “Bienvenida” el triunfador. La crónica el diario “ABC” señaló: “El diestro escuchó la mayor ovación que el público de Barcelona ha tributado a torero alguno desde los tiempos del Guerra”. Se lució en su faena con el séptimo toro de la tarde, al que le colocó tres magníficos pares de banderillas. Realizó una estupenda faena con la muleta, matando de soberbia estocada, saliendo a hombros de la plaza.

Con la plaza llena hasta la bandera, tomó la alternativa como matador de toros. Se la concedió José García Rodríguez “Algabeño” (padre), en la plaza de toros de Zaragoza, el 14 de octubre de 1905, actuando como testigo, Rafael Molina Martínez “Lagartijo Chico”, sobrino de “Lagartijo” el Grande. Se lidiaron astados de Benjumea. “Bienvenida” al toro de su alternativa, de nombre “Huidor”, le realizó una estupenda faena, cortó una oreja y fue muy ovacionado. Confirmó su alternativa, el 14 de marzo de 1906, en la plaza de toros de Madrid. Se lidiaron toros de Miura y de Murube, para los diestros José García Rodríguez “Algabeño” (padre), Rafael Molina “Lagartijo Chico”, Rafael González “Machaquito” y Manuel Mejías “Bienvenida”, quien confirmó su alternativa. “Algabeño”, nuevamente, actuó como padrino de “Bienvenida”, en la Corrida Extraordinaria en honor de los Reyes de Portugal don Carlos I y doña Amelia. Asistieron también los Reyes de España, don Alfonso XII y doña María Cristina, las infantas doña Isabel y doña María Teresa, el Príncipe don Fernando de Baviera y otras personalidades. El toro de Miura de la confirmación de “Bienvenida”, se llamó “Jabato”. “Bienvenida”, brindó su faena a los Reyes de Portugal, pero no tuvo el éxito deseado. En su segundo astado de Murube, de nombre “Goloso”, escuchó palmas. El 23 de marzo de 1908, falleció en Sevilla a los 63 años de edad, don Manuel Mejías Luján, padre de Manuel Mejías Rapela “Bienvenida”.

Viajó a México, toreando 11 corridas en la plaza de toros de “El Toreo” en la ciudad de México, D.F., la temporada 1908-1909. El 15 de noviembre de 1908, se lidiaron toros de “Piedras Negras” para “Bienvenida” y Vicente Segura. El encierro fue considerado el mejor de la temporada y “Bienvenida” triunfó cortando una oreja al tercero y quinto toro de la tarde. El 10 de enero de 1909, ante reses de San Diego de los Padres, “Bienvenida” les cortó las orejas a sus dos toros. Alternó con Diego Rodas “Morenito de Algeciras” y Julio Gómez “Relampaguito”.

El 2 de mayo de 1910, en la plaza de toros de Madrid, se lidiaron seis toros de Benjumea para los diestros Rafael Gómez “El Gallo”, Manuel Mejías “Bienvenida” y Manuel Rodríguez “Manolete” (padre). “Bienvenida”, vistió un traje de luces azul y oro. A su primer toro, de nombre “Merino”, lo recibió con cuatro verónicas, rematando con unas tijerillas que fueron muy aplaudidas. Banderilleó e inició su faena ejecutando un cambio con la muleta plegada. Continuó realizando variados pases, culminando con una certera estocada recibiendo. “Bienvenida” escuchó una sonora ovación. A su segundo toro, de nombre “Capitán”, le realizó una faena muy alegre y vistosa, tanto con el capote como con la muleta siendo, fuertemente, ovacionado.

El 26 de mayo de 1910, en la plaza de toros de Madrid, se lidiaron dos de Olmedo y seis toros de Olea, para los rejoneadores portugueses Manuel y José Casimiro y los diestros Vicente Pastor, Manuel Mejías “Bienvenida”, José Carmona “El Gordito” y Remigio Frutos “Algeteño”. “Bienvenida” escuchó palmas en su primer toro de nombre “Candilejo”. A su segundo toro, quinto de la tarde, de nombre “Marismeño”, “Bienvenida” le realizó una gran faena. Se lució en verónicas con el capote y en los quites con Vicente Pastor y “El Gordito”, siendo muy aplaudidos los tres diestros. En banderillas destacó “Bienvenida” colocando tres buenos pares; uno, desde adentro hacia afuera pegado en tablas; otro, al quiebro, a dos metros de distancia; y uno al cuarteo, todos de gran factura, recibiendo una sonora ovación. Recibió al toro con la muleta con un pase de pecho y un natural, demostrando una quietud pasmosa. Continuó su gran faena y colocó una buena estocada, pero tuvo que descabellar a su enemigo, liquidándolo en el primer intento. Recibió un gran reconocimiento del público. Según la crónica del diario “ABC” fue: “La ovación más grande escuchada en Madrid hace años”.

El 29 de mayo de 1910, en la plaza de toros de Madrid, se lidiaron dos toros de Martín para los rejoneadores portugueses Manuel y José Casimiro, y tres toros de Gama y tres de Trespalacios, para los diestros “Machaquito”, Rafael Gómez “El Gallo” y Manuel Mejías Rapela “Bienvenida”. Los tres diestros se habían lucido en los quites. “Bienvenida” a su primer toro de nombre “Pepillo”, de Trespalacios, le realizó una gran faena escuchando una fuerte ovación. En su segundo, de la ganadería de Gama, escuchó palmas. El crítico taurino José de la Loma, “Don Modesto”, del diario “El Liberal”, le había puesto el seudónimo de “Papa” al célebre torero Ricardo Torres “Bombita”, pero al presenciar el arte y la entrega que demostró Manuel Mejías “Bienvenida”, durante su gran faena de Madrid, “Don Modesto” decidió bautizarlo como el “Papa Negro”, el nombre con el que la iglesia distinguía al Jefe de la Compañía de Jesús en Roma, los Jesuitas.

El “Papa Negro”, continuó cosechando triunfos, aceptando el reto de encerrarse en solitario, el 10 de julio de 1910, en la Plaza de Toros de Madrid, ante seis toros de la ganadería del Conde de Trespalacios, con la presencia de los Reyes de Portugal en el palco. Pero la suerte no estuvo de su lado aquel día, pues el tercer toro, de nombre “Viajero”, marcado con el numero 13, le corneó gravemente, destrozándole la femoral del muslo izquierdo, cuando ejecutaba un pase estatuario. El “Papa Negro”, casi quedó inútil del grave percance, cuando se encontraba en la cúspide de su carrera. Después de la cornada del toro de Trespalacios, “Bienvenida” sufrió mucho, quedando mermadas sus facultades físicas, comenzó su descenso perdiendo sitio entre los grandes matadores con el advenimiento arrollador de “Joselito” y Belmonte. Desde 1905 hasta 1917, el “Papa Negro” toreó en España: 2 corridas (1905), 35 corridas (1906), 29 corridas (1907), 33 corridas (1908), 28 corridas (1909), 20 corridas (1910), 31 corridas (1911), 18 corridas (1912), 24 corridas (1913), 18 corridas (1914), 6 corridas (1915), 10 corridas (1916) y 8 corridas (1917).

El “Papa Negro” toreando en 1911 y con la grata compañía de su hermosa familia.
(Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

El 17 de septiembre de 1911, don Manuel Mejías Rapela, contrajo matrimonio en la Iglesia Catedral de San Isidro con doña Carmen Jiménez Álvarez, de cuya feliz unión nacieron los integrantes de la famosa dinastía que cubrió de gloria los ruedos del mundo.

El “PAPA NEGRO” EN AMÉRICA

Superando su larga convalecencia de aquella terrible cornada, decidió probar suerte en América. Luego de torear en Perú con mucho éxito, vino por primera vez a Venezuela, en febrero de 1915. Caracas, su hermosa capital, acogió con verdadero cariño al “Papa Negro”. Vinieron también los diestros: Agustín García, “Malla”; Alfonso Muñoz “Corchaíto II” y Francisco Barciela, entre otros. Los empresarios de Caracas hicieron gestiones para que los matadores actuaran en la capital. Las ofertas, al parecer, no le gustaron a don Manuel Mejías, “Bienvenida”, publicando en la prensa caraqueña una carta, manifestando su desacuerdo con la empresa. La misiva hizo su efecto, y Bienvenida, fue contratado para tomar parte en varias corridas en el Circo Metropolitano de Caracas (Venezuela), destacando la tarde del domingo 14 de marzo de 1915, su primera corrida. Alternó Bienvenida con Francisco Barciela, logrando un gran éxito en su primera presentación.

El 11 de mayo de 1915, en el Circo Metropolitano de Caracas (Venezuela), “Bienvenida” y Trini Pérez “Machaquito de Sevilla”, participaron en la lidia y muerte de cinco toros de Santaella y la lidia a simulacro del toro “Rubito”, precioso ejemplar del duque de Veragua, jabonero, sobrante de la célebre temporada monstruo, destinado para el cruzamiento con la raza criolla. “Bienvenida”, dedicó la lidia de “Rubito”, muy especialmente, al General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela. Desde ese momento, nació una gran amistad entre ambos. Esa tarde, los matadores se lucieron, escuchando muchos aplausos.

El 13 de febrero de 1916, Manuel Mejías Rapela el “Papa Negro”, se encerró en solitario para matar seis toros de la ganadería peruana del Olivar, en la plaza de toros de Lima (Perú), obteniendo un gran triunfo, cortando tres orejas.

El 2 de abril de 1916, Manuel Mejías, “Bienvenida”, reapareció en Caracas (Venezuela), alternando con José García “Alcalareño”, lidiando toros de Gorrín y Santaella. El domingo 9 de abril de 1916, se repitió el mismo cartel, ante un buen encierro del General Juan Vicente Gómez. El “Papa Negro”, en tarde de inspiración, obtuvo fuertes ovaciones, cortó cuatro orejas y dio varias vueltas al ruedo, siendo llevado a hombros hasta el hotel Klindt de Caracas donde tuvo que salir al balcón para saludar al numeroso público que lo aclamó. Regresó a Venezuela en 1921 y 1922, presentándose en el Nuevo Circo y Circo Metropolitano de Caracas, sin mucho éxito. El 25 de junio de 1922, significó un día de gran alegría para él y su familia, porque nació su hijo Antonio Bienvenida, en el hotel Madrid de Caracas (Venezuela), entre las esquinas de Municipal y San Pablo.

Don Manuel Mejías Rapela, el “Papa Negro”, se dedicó en cuerpo y alma a formar, desde muy niños, en Caracas (Venezuela) la carrera taurina de sus hijos, Manolo y Pepe Bienvenida. El 22 de octubre de 1923, fueron presentados los hijos del “Papa Negro”, Manolo y Pepe, de diez y nueve años de edad, respectivamente, en una becerrada íntima. Allí mataron sus primeros becerros apuntando una gloriosa esperanza en la afición.

El año 1923, durante la permanencia de don Manuel Mejías Rapela el “Papa Negro” en Caracas, fue entrevistado por el cronista taurino Edmundo Chispa del periódico “El Nuevo Diario”. El reportaje abordó varios aspectos de su vida y carrera taurina. Al final de la amena tertulia con el periodista, como nota curiosa, se le acercó su pequeño hijo Antonio, que tenía un año y medio de edad y el “Papa Negro” dijo que era venezolano, nacido en Caracas. A continuación, comparto con los lectores, un resumen de la interesante entrevista realizada en Venezuela:

“Lo de Bienvenida me viene, porque el pueblo donde yo nací en Extremadura, se llama así. En cuanto a mi afición taurina. ¡Oh, desde muy chico! Con decirle a usted que de once años aparecí en Sevilla toreando con “Revertito”. Mi alternativa fue en octubre de 1905, en Zaragoza, que me la dio el “Algabeño”, para confirmármela él mismo el año siguiente en Madrid, en una corrida regia de honor a los Reyes de Portugal. Una  tarde muy buena, tuve mucha suerte. Sí, señor, he tenido muchas tardes muy grandes. Sobresaliendo, especialmente, en Madrid, con “El Gallo” y “Machaco”, en la temporada de 1910. Fue por esa tarde que Don Modesto, el gran revistero, me nombró el “Papa Negro” de la torería. Después que estuve aquí en Venezuela, la primera vez, y que regresé a España, salí luego para Lima contratado por Moreno, junto con Belmonte y “Fortuna”. Un desagrado con aquel Empresario, me hizo regresar más pronto a la Península, pero al pasar por Colombia, quise dar unas corridas y las di. ¡Ah! Pues tuve tanta suerte, que resolví quedarme otro tiempo por América, porque además ya Belmonte y “Joselito” empezaban a correr gente. Habían hecho retirar a “Bombita” y a otras grandes figuras, y pensé que lo mejor era dejar pasar aquella ola que tenía fuerza para llevarse a todos por delante.

Luego, cuando resolví la vuelta por América, las corridas, por muchas circunstancias, no tenían la regularidad que en España. Que si es porque no consiguen buenos toros, que si porque llueve, que si… total, que más son las que tienen que suspender que las que se dan, y así no es posible torear con los resultados en dinero que debían ser, y lo que se gana en una temporada se va en el tiempo que tiene uno que esperarse. Ya llevo seis años por México, Guatemala, Colombia, Venezuela... y sin poder regresar a España a luchar otra vez, vamos, a resucitar, a dejar ver que si no tan joven, tengo la misma afición, las mismas facultades de antes, que puedo hacer lo que antes hice. ¡Se los aseguro! La suerte, la voluntad y la resolución la tengo de conseguir una buena tarde; para ello he traído un encierro que afirmo, es de una bravura efectiva, y tengo ya una alegría muy íntima, como si viese que he confirmado para el público de Caracas mi viejo cartel.

Me gusta el toro bravo, grande o chico, que lo mismo hace uno que otro. Ya solicité torear con el venezolano Eleazar Sananes, con la intención de “bañar”, como dicen aquí, a ese diestro. El toreo de Sananes es tan distinto al mío, que él con una buena tarde y yo lo mismo, ninguno de los dos quedaría por encima del otro. El toreo de Eleazar es el toreo del valor y del arte, lo reconozco. Mire usted, no hay un solo torero que no sea valiente al torear, y si le dicen que no es así, ríase de ello. Habrá visto que unos toreros, en un toro malo, se defienden mejor, se saben echar el bicho más lejos, aun huyendo menos que unos de esos que llaman valientes, que por no saber, tienen siempre al enemigo dentro del vientre.

En la fiesta taurina, la emoción que debe darse es la del arte y la belleza. Defiendo la afición y siento un cariño inmenso por mí profesión, y mucho más que lo que pueda ganar en toda una temporada, me entusiasma y hace gozar una buena tarde. Y si no, mire: he ganado alrededor de cuatro millones de pesetas, y de eso no he conservado un solo céntimo, en tanto que el recuerdo de las ovaciones que he logrado alcanzar todavía son felicidad, alegría para mí, alegría muy grande, muy íntima que no cambio por esos milloncejos que he echado a la calle”.

Relató el cronista que durante la entrevista, en una carrera vacilante, hizo irrupción, un “catirito” (niño de cabello rubio). El “Papa Negro”, lo recibió y sostuvo entre sus piernas; alzando luego a la preciosa criatura hasta la altura de su cabeza, logrando sentársela en un hombro, concluyendo: “Y a éste no lo cambio por todos los millones del mundo. Es el último de cuatro que tengo. Es un venezolano. Nacido en Caracas, conque figúrense ustedes, si mi mujer ni yo podremos olvidar esta tierra cuando de ella nos llevamos un fruto tan querido”. Empeñado en una lucha contra los cabellos del diestro, el pequeño Antonio sonrió, con una risa de rosa recién mojada, señaló el cronista que realizó la amena entrevista.

A la izquierda: Brindis de despedida en México del “Papa Negro” en 1927. Foto: Toros y Deportes. A la derecha: El “Papa Negro” en Madrid. 1910. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

El 27 de enero de 1924, en el Circo Metropolitano de Caracas, se celebró una corrida a beneficio del “Papa Negro”. Torearon “Carnicerito de Málaga”, “Carralafuente”, Manolo Menchaca y los niños Manolito y Pepito Bienvenida, que lidiaron dos becerros de media casta. Esta actuación fue histórica, porque significó el debut ante el público caraqueño de los niños Bienvenida en una inolvidable tarde de toros. El 10 de febrero de 1924, en la mañana, los niños Bienvenida torearon un festival a beneficio del Club Central de Caracas en el Circo Metropolitano.

El “Papa Negro”, toreó algunas tardes en el interior de la República de Venezuela, en Valencia y Barquisimeto, finalizando sus actuaciones, el 26 de abril de 1924, en el Circo Metropolitano de Caracas, compartiendo cartel con Rafael Gómez “El Gallo”, Hipólito y Julio Mendoza, “Niño II”. Finalizados sus compromisos taurinos, el “Papa Negro” quería regresar con su familia a su patria, pero no tenía la cantidad de dinero suficiente para realizar el viaje, aunque había toreado algunas tardes, el dinero que ganaba en Venezuela era muy poco. Entonces, el “Papa Negro” conversó con sus amigos, Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez y ellos, inmediatamente, fueron a hablar con su padre, el General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, para que lo ayudara. El General Gómez, les respondió que con el mayor gusto lo haría y le regaló los pasajes para que pudiera regresar, felizmente, a España con toda su familia. Para don Manuel Mejías Rapela, el “Papa Negro”, el General Gómez significó un gran amigo y entusiasta admirador.

En el magnífico libro escrito por Luis de Armiñán, titulado: “Don Manuel Bienvenida, El Papa Negro - Vida y novela de un matador de toros”, don Manuel Mejías “Bienvenida” recordaba su gran amistad con el General Juan Vicente Gómez: “La recaudación fue escasa, pero el Presidente de la República, don Juan Vicente Gómez, aportó la cantidad suficiente para que el viaje se hiciera con soltura y comodidad. Don Juan Vicente Gómez...Sea bendita su memoria, porque cada hombre debe hablar de los otros hombres, por cómo fueron sus acciones entre ellos”.

De regreso a España, sus hijos Manolo y Pepe, torearon por primera vez, el 22 de febrero de 1925, en Coria del Río (Sevilla). Los niños Bienvenida, Manolo y Pepe, debutaron como becerristas en la Maestranza de Sevilla, el 28 de junio de 1925, estoqueando dos becerros del Marqués de Sales. Manolo brindó su primer becerro en España a su padre el “Papa Negro”, en presencia de su hermano Pepe. Posteriormente, el 3 de julio de 1925, repitieron su presentación ante la misma ganadería, logrando la apoteosis y consagración absoluta en España. En 1927, el “Papa Negro”, se despidió de los ruedos ante la afición mexicana en una corrida benéfica alternando con sus hijos, Manolo y Pepe, quienes le cortaron la coleta en un acto muy emotivo.

Mi bisabuelo, el General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, y sus hijos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, fueron grandes aficionados taurinos. Con sus aportes contribuyeron enormemente al desarrollo e impulso de la Fiesta Brava en Venezuela. Durante la Ferias de Maracay de 1933 y 1934, fueron invitados don Manuel Mejías Rapela el “Papa Negro” y sus hijos Manolo y Pepe “Bienvenida” por los hermanos Gómez Núñez, a varios tentaderos en las ganaderías de su propiedad, “La Providencia” y “Guayabita”, en Turmero (Edo. Aragua). Disfrutaron entrañables momentos, aprendiendo sobre el difícil y apasionante mundo del toro. 

Contaba mi abuelo Florencio del “Papa Negro”, lo siguiente:

“De las personas que yo tuve la suerte de conocer, el “Papa Negro” fue un sabio en las conversaciones de toros. Daba gusto escucharlo, porque uno aprendía con él. Se apasionaba tanto con el toreo de sus hijos, que hasta llegaba a criticar conmigo los defectos que pudieran tener Manolo y Pepe. El viejo Bienvenida, fue un hombre de una apreciación muy pura en el arte de torear, siendo muy estricto y disciplinado, enseñó a sus hijos toda su tauromaquia, porque venía de una escuela constante de tradición, ya que su padre también había sido torero”.

Manolo Bienvenida, participó en las tres corridas inaugurales de la plaza de toros Maestranza de Maracay (Venezuela) en 1933, organizadas por los hermanos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, toreando, nuevamente, en 1934 en compañía de su hermano Pepe Bienvenida. El “Papa Negro”, compartió frecuente correspondencia con mi abuelo Florencio Gómez Núñez, enviándole las noticias, crónicas y fotografías de los triunfos de sus hijos, matadores de toros, de los que se sentía muy orgulloso.

Durante la Feria de Maracay de 1934, don Manuel Mejías Rapela el “Papa Negro”, les dedicó a sus amigos los hermanos Gómez Núñez, de su puño y letra, una cariñosa y sentida dedicatoria:

“El arte del toreo vino del cielo. Así está escrito en los anales taurinos, y yo, como furibundo taurófilo, y Ex “Papa Negro” del toreo, así lo creo y pienso en la afición de mis entrañables amigos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, a esta fiesta de grandes emociones, por eso se me ocurren estos renglones flamencos”:

Mañanita cuando yo me muera
que me entierren en un serrao
pa´que la yerbecita que nazca en mi cuerpo...
se la coma toíta er ganao.

Manuel Mejías “Bienvenida”, Padre.
   



A la izquierda: El “Papa Negro” en compañía de sus pequeños hijos, Manolo y Pepe “Bienvenida” que tantos triunfos conquistaron en América en 1927. Foto: Grafles, S.A. A la derecha: El “Papa Negro” con su gran amigo don Florencio Gómez Núñez en Venezuela, año 1933. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

Don Manuel Mejías Rapela, el “Papa Negro”, se distinguió siempre como una gran persona, familiar, excelente amigo, simpático, noble, consecuente, agradecido y servicial. Su vida estuvo marcada por increíbles anécdotas que enriquecieron su personalidad. Derrochaba en su trato mucha alegría y elocuencia. Hombre vivo, inteligente, ingenioso. Se propuso unas metas que cumplió a cabalidad con bastante sacrificio, disciplina y honestidad. Amó y respetó su profesión de matador de toros como ninguno, transmitiendo su desbordada pasión por el mundo del toro a sus hijos, convirtiéndolos en grandes figuras del toreo.

Fue un magnífico maestro apoderando la carrera de sus hijos, así como la de Victoriano de La Serna y el venezolano César Faraco, entre otros. El diestro venezolano Luis Sánchez Olivares “Diamante Negro”, gracias a su buena amistad con la familia Bienvenida, intercedió con el “Papa Negro”  para que administrara la carrera taurina del venezolano César Faraco. Don Manuel Mejías, siendo su apoderado, llegó a firmarle una exclusiva de 20 novilladas y su alternativa en Madrid. Antonio Bienvenida, fue el padrino de alternativa de César Faraco, el 13 de mayo de 1955, en la Monumental de Las Ventas, durante la Feria de San Isidro, ante toros de Prieto de la Cal y Carlos Núñez. El “Diamante Negro” se portó muy bien con su compatriota y observó la corrida desde el callejón, en compañía del “Papa Negro”.

El 11 de mayo de 2011, recibimos la gentil invitación del Círculo Taurino Amigos de la Dinastía Bienvenida de España, en ocasión de la celebración del I Encuentro Iberoamericano, para presentar en la Sala “Antonio Bienvenida” de la Plaza de Toros Monumental de Las Ventas de Madrid, el documental “Los Bienvenida en Venezuela. Huella indeleble en el corazón de una dinastía”, realizado por nosotros, los Hnos. Dupouy Gómez. Acudieron distinguidas personalidades del mundo del toro que pudieron disfrutar una semblanza histórica de la gloriosa dinastía torera, destacando la importante figura de don Manuel Mejías Rapela el “Papa Negro”. Se pudieron apreciar en nuestro documental importantes fotografías, películas y documentos inéditos de sus actuaciones y las de sus hijos en Venezuela.

Han pasado 50 años desde aquel día domingo, 4 de octubre de 1964, cuando el queridísimo don Manuel Mejías ·Bienvenida”, el inolvidable “Papa Negro”, se despidió para siempre de este mundo, dejando una estela de recuerdos imborrables y el cariño de la gente. Había padecido una hemorragia cerebral, unos días antes de su triste deceso. Entregó su alma a Dios, en su querida residencia de la calle del General Mola, número 3, a las 11:00 de la noche. Tenía 80 años de edad. Recibió los Santos Sacramentos en compañía de sus familiares y amigos más íntimos como el diestro Gregorio Sánchez, el crítico taurino don Vicente Zabala, los miembros de la cuadrilla de su hijo Antonio y el señor Talavera, entre otros. Su cuerpo lo amortajaron con un hábito franciscano, quedando expuesto en capilla ardiente. Acudió el padre Manzaneque que ofició una misa en la misma casa. Infinidad de personalidades de todos los ámbitos sociales se dieron cita para despedir al “Papa Negro”, entre ellos el Presidente de la Diputación, el Marqués de la Valdavia, el General Sotelo, el Vizconde de Burguillos, los diestros Domingo Ortega, los Dominguín, Fermín Rivera y el empresario de la plaza de toros de Las Ventas, don Livinio Stuyck. Numerosas coronas fueron enviadas del Montepío de Toreros, de la Agrupación de Apoderados, de la Agrupación de Picadores y Banderilleros, de la cuadrilla de su hijo, el maestro Antonio Bienvenida y del empresario don Pedro Balañá.


Innumerables aficionados y amigos se hicieron presentes para despedir al “Papa Negro” del toreo. Bajaron el féretro a la calle a hombros sus hijos y familiares e inmediatamente fue conducido hacia la Iglesia de la Concepción, donde realizaron un emotivo responso. Estuvieron presentes el Alcalde de Madrid y el Presidente de la Diputación Provincial, gran cantidad de toreros, artistas de cine, teatro y una multitud de gente del pueblo que le admiraba. Durante el trayecto al Cementerio de la Sacramental de Santa María de Madrid, recibió el carro fúnebre centenares de flores arrojadas por el público que observaba conmovido, su paso hacia su última morada, en donde recibiría cristiana sepultura. Finalmente, se cumplió el último deseo y voluntad del “Papa Negro”, derramando sacos de arena de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, Monumental de Las Ventas de Madrid y plaza de toros de Badajoz sobre su tumba como lo había manifestado en vida.

Don Manuel Mejías Rapela, el “Papa Negro”, fue la fiesta brava hecha persona. Con su triste desaparición, se cerró uno de los más importantes capítulos de la historia del toreo. Paz a su alma y gloria a su recuerdo.       

Rafael Dupouy Gómez